A José María Palacio
Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Aun las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entre las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.
Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...
Baeza, 29 de Abril de 1913
Za Hosea Maria Palasia
Palasio, dobri prijatelju,
je li proljeće stiglo
da grane topola odijeva
kraj rijeke i drumova? Stepom
gornjega Duera proljeće kasni,
ali tako meko i ljupko kad grane!
Ima li gdje koji novi list
na starim brestovima?
Biće da su sada akacije gole
a gorski grebeni snijegom ogrnuti.
O, gromado Monkaja bijela i roza,
tamo, na nebu Aragona, ljepotna!
Je li se trn rascvjetao u
u sivome stijenju
i bijele rade
na mladoj livadi?
Biće da su rode
na zvonike stigle.
Biće da se polja pšenice zelene,
biće sivomrkih mula na uzoranim dolinama,
biće ratara što siju kasna žita
po aprilskim kišama. Biće da pčela
kuša ružmarin i majčinu dušicu.
Ima li rascvjetalih šljiva? Ima li ljubice?
Biće da ne fali lovaca
sa pelerinama i mamcima za jarebice.
Palasio, dobri prijatelju,
ima li slavuja na riječnim bregovima?
Sa prvim krinovima
i prvim ružama u vrtovima
u modrom popodnevu, uspenji se na Espino,
visoki Espino, gđe njen je komad zemlje...
Antonio Mačado (Antonio Machado Ruiz), španski pjesnik, rođen je u Sevilji, Andaluzija, 26. jula 1875. od oca antropologa i pisca Antonia Machada Álvareza i majke Ane Ruiz. Kad je imao osam godina njegova familija seli se u Madrid. Apsolvirao je studije u Madridu i Parizu, gđe je studirao filosofiju od 1899 do 1902. Diplomirao je u Madridu. Od 1907 do 1912 bio je profesor francuskog jezika u Soriji. 1909 kada je imao 35 godina ženi se sa Leonor Izquierdo Cuevas koja je imala svega 15 godina. Odlaze za Pariz. Ona će se uskoro razboljeti od tubrkoloze i umrijeti. Njena smrt ostavila je duboke tragove na pjesništvo Antonia Mačada. 1912 bio je profesor u Baezi, a potom u Segoviji. U Segoviji imaće aferu sa Pilar de Valderrama Alday. Ona je bila samohrana majka sa troje djece. Srešćemo je u Mačadovoj poeziji pod nadimkom „Guiomar“. Njih dvoje će se dopisivati sve do pjesnikove smrti. Ponovno seli u Madrid. 1927 postao je član Španske akademije nauka. 1931 predavao je francuski u Madridu. Početkom građanskog rata 1936 kao pristalica Republike evakuisan je u Valensiju, potom u Barselonu. Brata Manuela, dramatičara i pjesnika koji je na Frankovoj strani više nikada neće sresti. Valderama je emigrirala u Portugaliju. 1939. pred poraz republikanaca, Mačado bježi sa majkom i stricem pješice preko Pirineja u Francusku. Stiže u Koljur 28. januara 1939. Zbog iznurenosti uskoro poslije dolaska u susjedstvu svoje majke domovine umire 21. februara u Koljuru (Collioure), tri dana prije njegove majke. Njegova grobnica je i dan danas pokrivena Republikanskom zastavom. Na grobu se nalazi i crno poštansko sanduče uljepšano cvijećem, koje se puni pismima ljubitelja Mačadove poezije.
Campos de Soria
I
Es la tierra de Soria árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbas olorosas
sus diminutas margaritas blancas.
La tierra no revive, el campo sueña.
Al empezar abril está nevada
la espalda del Moncayo;
el caminante lleva en su bufanda
envueltos cuello y boca, y los pastores
pasan cubiertos con sus luengas capas.
II
Las tierras labrantías,
como retazos de estameñas pardas,
el huertecillo, el abejar, los trozos
de verde obscuro en que el merino pasta,
entre plomizos peñascales, siembran
el sueño alegre de infantil Arcadia.
En los chopos lejanos del camino,
parecen humear las yertas ramas
como un glauco vapor ?las nuevas hojas?
y en las quiebras de valles y barrancas
blanquean los zarzales florecidos,
y brotan las violetas perfumadas.
III
Es el campo undulado, y los caminos
ya ocultan los viajeros que cabalgan
en pardos borriquillos,
ya al fondo de la tarde arrebolada
elevan las plebeyas figurillas,
que el lienzo de oro del ocaso manchan.
Mas si trepáis a un cerro y veis el campo
desde los picos donde habita el águila,
son tornasoles de carmín y acero,
llanos plomizos, lomas plateadas,
circuidos por montes de violeta,
con las cumbres de nieve sonrosado.
IV
¡Las figuras del campo sobre el cielo!
Dos lentos bueyes aran
en un alcor, cuando el otoño empieza,
y entre las negras testas doblegadas
bajo el pesado yugo,
pende un cesto de juncos y retama,
que es la cuna de un niño;
y tras la yunta marcha
un hombre que se inclina hacia la tierra,
y una mujer que en las abiertas zanjas
arroja la semilla.
Bajo una nube de carmín y llama,
en el oro fluido y verdinoso
del poniente, las sombras se agigantan.
V
La nieve. En el mesón al campo abierto
se ve el hogar donde la leña humea
y la olla al hervir borbollonea.
El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos
la nieve silenciosa.
La nieve sobre el campo y los caminos,
cayendo está como sobre una fosa.
Un viejo acurrucado tiembla y tose
cerca del fuego; su mechón de lana
la vieja hila, y una niña cose
verde ribete a su estameña grana.
Padres los viejos son de un arriero
que caminó sobre la blanca tierra,
y una noche perdió ruta y sendero,
y se enterró en las nieves de la sierra.
En torno al fuego hay un lugar vacío
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío
?tal el golpe de un hacha sobre un leño?.
La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.
Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.
La niña piensa que en los verdes prados
ha de correr con otras doncellitas
en los días azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.
VI
¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!
¡Muerta ciudad de señores
soldados o cazadores;
de portales con escudos
de cien linajes hidalgos,
y de famélicos galgos,
de galgos flacos y agudos,
que pululan
por las sórdidas callejas,
y a la medianoche ululan,
cuando graznan las cornejas!
¡Soria fría! La campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna.
VII
¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, obscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera,
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!...
VIII
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria ?barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra?.
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
IX
¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la ciudad decrépita.
Me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella?
¡Gentes del alto llano numantino
que a Dios guardáis como cristianas viejas,
que el sol de España os llene
de alegría, de luz y de riqueza!
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